“No debemos de preocuparnos.” “Es una herramienta más.” “No tiene nada destacable.” “No es impresionante en absoluto.” Estas son algunas de las palabras con las que artistas, intelectuales, filósofos y sus huestes han tenido para con las así llamadas “Inteligencias artificiales”, tanto para las que hacen imágenes como para las de procesamiento de texto llamadas vulgarmente como “Chatbots” o robots de conversación (uno se pregunta: cuál más de las dos está más equivocada en su descripción de sobre qué cosa es lo que está haciendo algo ahí), estas declaraciones que no pueden catalogarse de otra forma que no sea una idealización y un copeo (esto se explica más tarde) exponen en estos sujetos ora por ignorancia, ora por estupidez, la categoría tan elevada en la cual consideran que están estos constructos de imitación, debido a que las razones subrepticias bajo las cuales estas críticas se están sustentando implican un desprecio injustificado a primera vista pero con unos ojos avezados uno puede hallar el quid de esto: consideran a esos constructos como superiores al hombre, ¿por qué esto?
Aún así tenemos que dar la batalla por más pequeña que se piense que es, el universo es caprichos, un solo grano de arena puede voltear la balanza maestro.
Aún así tenemos que dar la batalla por más pequeña que se piense que es, el universo es caprichos, un solo grano de arena puede voltear la balanza maestro.